No hace falta adentrarse en las palabrerías de la nueva resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas concerniente a la situación en el Medio Oriente, específicamente entre Israel y los palestinos, para dictaminar quién sale condenado. Y es que uno solo tiene que recapitular la reciente historia de las Naciones Unidas para sacar su propia conclusión. Basta resaltar varias estadísticas. El Consejo de Derechos humanos de las Naciones Unidas, creado en 2006, desde 2013 ha condenado a Israel más que a todas las demás naciones del mundo combinadas.

Un cuarto de las resoluciones condenando las violaciones de los derechos humanos han sido dirigidas a Israel. El mismo ex secretario general de las Naciones Unidas Ban Kin-Moon, ha declarado: “ha habido prejuicio en contra de Israel, ya que después de décadas se han creado un numero desproporcionado de resoluciones, reportes y conferencias criticando a Israel. En cambio, no ha habido ninguna condenando la desgarradora y cruel guerra civil en Siria, los atentados nucleares de Corea del Norte y la situación del sur del Sudán en su conjunto”. Es más, en el día que se llamó a votación la resolución en que se condenaron los asentamientos judíos en Judea, Samaria y Jerusalén Oriental por 14-0, con una abstención (la de Estados Unidos), se trató de pasar una resolución para aplicar el embargo de armas a este mismo sur de Sudán, y no se pudo contar con los nueve votos necesarios para su formulación. En este mundo virtual no existen las condenas a China, al millón de refugiadas mujeres de Arabia Saudi, a la hambruna de 600 mil personas en Zimbabwe, etc.

No hace falta adentrarse en las palabrerías de la nueva resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas concerniente a la situación en el Medio Oriente, específicamente entre Israel y los palestinos, para dictaminar quién sale condenado. Y es que uno solo tiene que recapitular la reciente historia de las Naciones Unidas para sacar su propia conclusión. Basta resaltar varias estadísticas. El Consejo de Derechos humanos de las Naciones Unidas, creado en 2006, desde 2013 ha condenado a Israel más que a todas las demás naciones del mundo combinadas.

Un cuarto de las resoluciones condenando las violaciones de los derechos humanos han sido dirigidas a Israel. El mismo ex secretario general de las Naciones Unidas Ban Kin-Moon, ha declarado: “ha habido prejuicio en contra de Israel, ya que después de décadas se han creado un numero desproporcionado de resoluciones, reportes y conferencias criticando a Israel. En cambio, no ha habido ninguna condenando la desgarradora y cruel guerra civil en Siria, los atentados nucleares de Corea del Norte y la situación del sur del Sudán en su conjunto”. Es más, en el día que se llamó a votación la resolución en que se condenaron los asentamientos judíos en Judea, Samaria y Jerusalén Oriental por 14-0, con una abstención (la de Estados Unidos), se trató de pasar una resolución para aplicar el embargo de armas a este mismo sur de Sudán, y no se pudo contar con los nueve votos necesarios para su formulación. En este mundo virtual no existen las condenas a China, al millón de refugiadas mujeres de Arabia Saudi, a la hambruna de 600 mil personas en Zimbabwe, etc.PUBLICIDAD

Nos estamos refiriendo a lo que se conoce como el nuevo antisemitismo. Hoy no está de moda criticar individualmente al judío. Eso ya pasó con las cenizas del Holocausto y las persecuciones nazis. Lo que sí está de moda es vilipendiar el sionismo equiparándolo con racismo. Negarle a una parte del pueblo judío el tener su propio Estado y concederle los mismos privilegios y obligaciones como el de las demás naciones. Cito a la canadiense Anne Bayefsky: “la ONU secuestra el mensaje de derechos humanos para discriminar y demonizar a judíos”. El nuevo antisemitismo no está monopolizado. Pertenece a la extrema izquierda como a la derecha y al extremismo radical islámico. Según Jonathan Sacks, la base del nuevo antisemitismo surge de la conferencia de Durban sobre racismo y xenofobia. Pero va mucho mas allá, tanto que países como el Reino Unido y Estados Unidos se vieron en la necesidad de boicotearla. Este nuevo antisemitismo, cuyo objeto de odio y persecución es Israel, es el mismo que hace acusaciones demenciales en la prensa, como la de 1997, en que lo acusaban de utilizar vacunas inyectables de sida contra la población palestina y de otras barbaridades.

No pretendo eximir a Israel de las virtudes y defectos que tienen los demás Estados. Los posee, y tal vez muchos. Pero cuando se le quiere juzgar con una doble moralidad y se le persigue sin cuartel, eso no es crítica constructiva. Eso es, simple y llanamente, antisemitismo.

EZRA HOMSANY

06 DE ENERO 2017