23 feb 2018 – 12:00 AM
TEMAS: Venezuela Nicolás Maduro España josé luis rodríguez zapatero
Para los pocos que mantienen la ilusión de que la crisis venezolana sea resuelta de modo consensuada y por medio del diálogo, hace falta leer sendos escritos aparecidos en el periódico español El País en los dos últimos meses, donde se recogen las opiniones de Felipe González, expresidente español. En ellos enfatiza que en Venezuela “no se van a dar elecciones limpias”. Nicolás Maduro jamás entregará el poder, y si lo hace, será por medio de elecciones ante un opositor que él controle y que considere adecuado. Refiriéndose al supuesto diálogo que empezó en junio de 2016, cita como ejemplo que, al darse el mismo había 74 presos políticos; hoy hay más de 330. Maduro ve como positivo el éxodo masivo que han emprendido sus compatriotas en los últimos años, y que algunos expertos calculan en contener el 10% de la población total venezolana, de dos a tres millones de personas, como algo positivo. Menos presión demográfica para los que se quedan y más escasos recursos económicos que repartir. En declaraciones dadas al periódico colombiano El Tiempo el 8 de enero de 2018, González va más allá y afirma que “el diálogo entre el gobierno y la oposición solo ha servido para que el gobierno consolide su poder tiránico”. El régimen de Maduro ha sometido totalmente el poder judicial, anulado la oposición demócrata y controlado el Consejo Electoral. Todo esto sumado a una escasez de medicamentos y a una hiperinflación que hoy es la más galopante del mundo.
En un escrito firmado por los periodistas J. La Fuente y F. Manetto, y titulado “Zapatero, el mediador imaginario en Venezuela”, se hace un recuento del proceso negociador entre la oposición y el gobierno. También allí, la conclusión es devastadora. Tras desmenuzar cómo el proceso que a todas luces al principio surgía como prometedor: libertad a los prisioneros políticos, permitir que los candidatos de la MUD pudieran postularse y facilitar observadores y garantías internacionales, por parte del gobierno, y ayudar a la suspensión de las sanciones internacionales por parte de la oposición, las negociaciones terminaron con los “avallasadores” términos por parte del gobierno. Haciendo caso omiso del tradicional calendario electoral que se había mantenido por más de cinco décadas, se impuso la fecha del 22 de abril del presente año para celebrar las elecciones. Las prohibiciones se mantuvieron. Pero lo que más llama la atención a todo esto es la actitud asumida por el mediador español José Luis Rodríguez Zapatero, también expresidente español. Encuestados e interrogados varios observadores del diálogo por periodistas de El País, poco a poco va surgiendo la figura de este, no solo de mediador, sino también como colaborador del gobierno de Maduro. Algunos lo describen como “agente de Maduro” .
Traigo todo esto a colación para referirme a un escrito aparecido también en El País, el 8 de febrero, titulado: “Carta Abierta a Zapatero sobre Venezuela”, firmado por Beatriz Becerra. La periodista, que también funge como vicepresidenta de la Subcomisión de Derechos Humanos en el Parlamento Europeo, habla indignada de cómo “una parte tiene la fuerza y la otra solo la autoridad moral”. Cita como ejemplo el que Zapatero describa como “sanciones a Venezuela” medidas que han estado mayormente dirigidas a los líderes del régimen de Maduro. Y es que a la suspensión de las supuestas negociaciones, Zapatero recomienda y hasta presiona a los dirigentes de la oposición para que firmen un memorandum de entendimiento con el gobierno, en el que, con ambigüedades, hace caso omiso a la mayoría de sus preocupaciones. Gobierno cuya oposición ha sido acorralada, pisoteada, exiliada, apresada, diezmada y hasta a veces asesinada. Zapatero alega que “la alternativa a un acuerdo es extraordinariamente negativa”. Y 17 ministros y dirigentes socialistas, además de exsecretarios generales de sindicatos, salen a defenderlo, afirmando que “Zapatero es un demócrata, un buen demócrata”.
Un negociador de la oposición describe más gráficamente la situación, dando como ejemplo la toma de rehenes durante el robo de un banco, en el cual los secuestrados abogan por los malhechores porque si las demandas no se cumplen, estos los matarían. A todo esto Becerra clama: “deje de avergonzar a España y a la Unión Europea”.
EZRA HOMSANY
El autor es empresario