30 oct 2017 – 12:00 AM

TEMAS: Fútbol racismo Sociedad

De todos los deportes, por qué será que el fútbol hace brotar de nosotros las mejores y peores cualidades. En el Mundial del 98, en Francia, lo sentí claramente cuando iba a un partido por el tercer lugar entre las selecciones de Holanda y Croacia; de repente, entraron en el vagón del tren unos hinchas croatas. En tono amenazante, sin importar quiénes estaban, comenzaron a entonar, como preparándose para una batalla, canciones de guerra.

Pero esta semana, en Italia, las autoridades decidieron tomar medidas al respecto. El domingo pasado se jugaba un partido de la Serie A, entre los equipos de Lazio y Cagliari. El encuentro se desarrollaba en el Estadio Olímpico de Roma. Los fanáticos más belicosos de Lazio ocuparon la parte sur del estadio. Irónicamente, fueron desplazados del sector norte para evitar consignas racistas.

Algunos hinchas tomaron una foto de Ana Frank, la célebre adolescente judía que estuvo recluida junto con su familia por dos años en un diminuto apartamento en Ámsterdam para evitar la barbarie Nazi. Después de ser capturada, Ana murió en el campo de concentración de Bergen Belsen.

En la foto la vistieron con la camiseta de Roma, sus conocidos rivales. Con ella hicieron pósteres y los colocaron en los baños y en los pasillos. La intención era de saña y burla. Por fin toda Italia explotó. Esta acción fue condenada por el presidente italiano Sergio Matarella, el presidente del Parlamento Europeo Antonio Tajani, la alcaldesa de Roma y otras autoridades.

Para mitigar la profanación por parte de sus seguidores, el presidente de la Lazio se comprometió a llevar cada año a 200 de sus fanáticos al campo de concentración de Auschwitz. Las autoridades futbolísticas de las ligas profesionales decretaron que por esta semana, antes de cada partido, uno de los jugadores leerá un párrafo de El Diario de Ana Frank y se guardará un minuto de silencio. Además que se repartirán copias del celebre d y del libro Ese es un hombre, del químico italiano Primo Levi, en el que describe sus experiencias en Auschwitz.

Pero el problema no está solo concentrado en Italia. El Feyenoord de Roterdam de la liga holandesa, para ridiculizar a sus rivales del Ajax de Ámsterdam, tomaron una foto de dos hermanos, de 5 y 2 años, que fueron evacuados del gueto de Kovno para luego ser asesinados. La alusión a la que hacía el Feyenoord era que el Ajax, en cierta forma, siendo de Ámsterdam, representaba a los más de 80 mil judíos que vivían en esa ciudad antes del Holocausto.

En Belgrado se dieron episodios no muy diferentes. La burla esta vez fue al jugador brasileño Everton. Cada vez que tocaba el balón, era ridiculizado por ademanes propios de los simios. En unos vídeos que dieron la vuelta al mundo, se ve al jugador brasileño llorando.

Y qué decir de otras ligas donde a jugadores de color les arrojan frutas de banano. Por ejemplo, esto le sucedió a Dani Alves, del Barcelona, cuando disputaba un partido en 2014. El jugador fue más creativo. Aprovechó para comérselo.

Uno de los párrafos de El Diario de Ana Frank que se leerá esta semana en todos los partidos del calcio italiano dice: “veo que el mundo se transforma lentamente en un desierto, oigo el trueno que se acerca y que algún día nos destruirá también. Y sin embargo, cuando miro hacia el cielo, de alguna manera todo va a cambiar para mejor, que esta crueldad también terminará”.

Ojalá.

EZRA HOMSANY

El autor es empresario.