28 jun 2018 – 12:00 AM

TEMAS: Netflix Televisión

Entre la efervescencia de contemplar los partidos del Mundial, acabo de terminar de ver la serie televisiva española llamada La casa de papel, producida por Vancouver Media y comprada los derechos de distribución por Netflix. Está de más recalcar el éxito mundial de esta serie, generando también en su recorrido numerosos premios a la actuación de sus protagonistas, el ingenio de su guion cinematográfico y la excelente dirección. Sus personajes populares como Tokio, Berlín, el Profesor, Río, Nairobi, etc. ya forman parte del argot popular en muchas naciones. El tema principal es el asalto y la toma de rehenes, entre los que se encontraban alumnos del Colegio Británico, a la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre en Madrid, por ocho secuestradores, dirigidos por el cerebro de la operación, un personaje al que llaman el Profesor. Esta fábrica fue autorizada desde julio de 2015 para la impresión del papel moneda del euro.

El argumento guarda similitudes con un robo perpetrado el 13 de enero de 2006 en la sucursal Acassuso Banco Río, en Argentina, por cinco secuestradores, que se alzaron con un botín de $25 millones. En esta ocasión el secuestro de rehenes duró 5 horas aproximadamente; los ladrones eludieron un cerco de 300 policías y se escaparon por un túnel subterráneo que conducía a un desagüe. Como en la serie televisiva, dos integrantes de la banda quedaron registrados en las cámaras del banco. Así mismo, el cerebro de la banda, llamado Mario Vitette Sellanes, era el único que no tenía antecedentes penales, pertenecía a la clase alta, y alega que tramó el asalto mientras fumaba marihuana y pintaba.

A mi juicio, gran parte de la popularidad de La casa de papel obedece al propósito y al objetivo del robo. Desde el principio el Profesor recalca que no le van a robar a nadie; que la toma de rehenes es solo una excusa para imprimir euros en cantidades industriales, nada menos que 2 mil 400 millones, y que se valdrían de las simpatías del ciudadano medio para lograr su cometido. Después de todo, el atraco se trataba de robar solo papel, ¿o no?

A través de la historia, los metales como el oro y la plata han servido como monedas de cambio. En enero de 1944, los aliados victoriosos en la Segunda Guerra Mundial lograron los llamados acuerdos de Bretton Woods, en el que establecieron el cambio de las principales monedas de acuerdo al oro, cuyo precio fue fijado en $35 la onza. Así por ejemplo, la Reserva Federal de los Estados Unidos mantenía en 1960, $19.4 billones en oro. Sin embargo, la relación del dólar con el oro fue descartada por el presidente Richard Nixon en 1971. De allí en adelante, el valor de las monedas de los países dependería, entre otros factores, de la confianza que generara el país emisor.

En una de las escenas principales de la serie televisiva, el Profesor confronta a Raquel, la inspectora policial encargada del caso, sobre la verdadera moralidad ética del robo. Con ello, trae a colación la crisis financiera de 2008, causada por la burbuja inmobiliaria, que contagió el sistema financiero estadounidense primeramente, y después al mundial. Esto trajo como consecuencia una crisis de liquidez, una crisis alimentaria global, y derrumbes bursátiles por doquier. En España, la explosión de la burbuja inmobiliaria se tradujo en una crisis económica, social, y en la nacionalización de las numerosas cajas de ahorro quebradas. Los bancos centrales, prestamistas de última instancia, se preocuparon por rescatar los excesos especulativos de las grandes entidades financieras, las que, según ellos, eran “muy grandes” para dejar colapsar.

En la serie, uno de los personajes recalca: “para el Profesor, todo se trata de resistencia”. Resistencia del individuo común frente a un neoliberalismo crudo y despiadado, del ciudadano frente al aparato represor del Estado.

En una escena crucial y en el último capítulo de la serie televisiva, aparece la melodía italiana Bella ciao. Esta canción, de autoría anónima, fue cantada por los partisanos mientras luchaban contra los nazis y fascistas de Mussolini, durante la Segunda Guerra Mundial. Canción fatalista de resistencia suprema, Bella ciao fue adoptaba, desde las manifestaciones obreras y estudiantiles en los años 60, hasta la lucha contra Pinochet, y actualmente es coreada en Argentina contra las reformas económicas del gobierno de Macri.

Ezra Homsany

El autor es empresario