25 abr 2020 – 11:53 PM

TEMAS: coronavirusChina

Las redes sociales están llenas de ellas. ¿Es el virus de Covid-19, hasta al que ya el mismo Trump bautizara como el “virus chino”, la último bio-arma para que el país asiático finalmente pusiera de rodillas al poder económico y geopolítico de occidente? Yonder, una compañía que monitorea las conversaciones on line, afirma que, por lo general, una teoría conspirativa toma de 6 a 8 meses en ganar adeptos; en el caso particular de este coronavirus, lo está logrando de 3 a 14 días.

Humildemente pienso que para contestar esta interrogante, primero tenemos que hacernos la pregunta: ¿fue China irresponsable en no divulgar la rapidez de contagio, la mortalidad y el peligro inminente de este virus? La respuesta es un rotundo sí. La gente se olvida que ese país es gobernado por un politburó comunista, totalitario, autocrático, en donde no hay tan siquiera un atisbo de libertad de prensa. El 30 de diciembre, Li Wenliang, oftalmólogo, observó que en el hospital donde trabajaba, siete pacientes se habían contagiado de un virus desconocido. Le hicieron firmar una declaración jurada en la que lo amonestaban. Cuando el virus enfermó a 27 personas más, lo escondieron diciendo que se trataba de cuadros pulmonares. No fue hasta el 20 de enero que se decidieron a actuar. Para entonces, ya el Covid-19 se había esparcido por todo Wuhan y la provincia de Hubei. Y no solo eso. Un personaje de la Cancillería china, Zhao Lijian, acusó a los 300 militares de Estados Unidos que participaron en unas maniobras militares de octubre, de haber traído el virus a China. En Occidente, las teorías conspirativas han ido aun mas lejos. Acusan a la nueva tecnología 5G de que, a través de sus ondas, afecta el sistema inmunológico de las personas. Según Max Fisher, estas teorías de bio-armas son promovidas por las personas que se sienten confundidas, y hasta por gobiernos que se esconden en ellas por no haber actuado a tiempo. Después de todo, China nos dio, aunque en su reacción manipulada, mas de un mes de preaviso.

Sin embargo, no creo que China utilizó el Covid-19 como un arma biológica. Y por la ley histórica de consecuencias imprevistas, pienso que el país asiático va a salir mas debilitado que fortalecido de esta pandemia. China es la segunda economía mundial, y aunque tenga un gran mercado interno de consumo, depende grandemente de sus exportaciones. Por eso se han abocado a, según ellos, crear un nuevo “Mercado de la Seda”, abarcando infinidad de países en casi todos los continentes. Ahora, con la mayoría de los mercados de occidente cerrados y colapsados, ¿a dónde van a ir sus exportaciones inmediatas? Algunos politólogos que afirman que el dragón asiático si va a sacar ventaja al obligar al presidente Trump a rebajar o eliminar las recientes tarifas arancelarias. Citan el caso, por ejemplo, de General Motors, que ya lo pidió, para traer componentes necesarios en la fabricación de ventiladores. Pero hasta para la sinóloga Elizabeth Economy, Trump va a seguir apostando a las tarifas impuestas. Otros afirman que, al desplomarse las bolsas en casi todos los mercados, China podrá ahora comprar acciones y bonos a precios de remate. Ni el más consumado inversionista puede apostar cual será el “piso” en la caída. Supongamos por un momento que con esta bio-arma se quiera mermar la población de Europa y Estados Unidos, con unas 100 millones o 200 millones de muertes(algo que me parece , si no ridículo, quimérico). Según el último censo efectuado, hay mil 393 millones de habitantes en el país asiático. ¿Esta hecatombe haría la diferencia? Y, ¿que decir de la xenofobia que ha despertado y desplegado sus tentáculos, ahora mas que nunca, a todo lo chino?

No se equivoquen. Tarde o temprano, China tendrá que responder al resto del mundo, como lo enfatizara un periodista, el “cuándo y el cómo”. La tragedia o mala suerte o como queramos llamarle es que el Covid-19 empezó en un país totalitario y comunista como China, donde se premian las buenas informaciones afines al régimen y, como vimos, se castiga a las que son adversas.

EZRA HOMSANY

El autor es empresario