18 mar 2020 – 12:00 AM

TEMAS: Estados Unidosopinión

Cuando como judío me preguntan que opino de la candidatura por la nominación del Partido Demócrata de Sanders, no puedo negar que, como mis correligionarios norteamericanos(soy panameño), siento un poco de ansiedad. Este no es el primer hebreo en figurar en una importante candidatura; el honor corresponde a Joe Lieberman a vice-presidente en la nómina de Al Gore para las elecciones presidenciales del 2000. Si utilizamos la historia como referencia, cuando mis correligionarios han asumido puestos de poder político, valga el sacrilegio, han querido ser más papistas que el papa. Esto presumo, obedece a que casi siempre se nos ha culpado, injustamente, de doble lealtad. Por ejemplo tenemos el caso de Herbert Samuel. Fue el primer judío practicante miembro de un Gabinete Británico. Cuando durante la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña ocupara Palestina, que formaba parte del Imperio Otomano, en 1917, fue nombrado para el cargo de alto comisionado en 1920, al momento de la Sociedad de Naciones conceder el mandato Británico. Samuel fue el primer judío en gobernar la tierra de Israel en dos mil años. Para mostrar su neutralidad, frenó la inmigración judía y sionista. Pero en lo que fue su peor exabrupto, nombró como el Gran Mufti de Jerusalem a Hajj Amin al Husseini, un antisemita virulento que mas tarde se convertiría en aliado de Hitler. Mas cerca de nuestro tiempo tenemos a nada menos que Henry Kissinger. En unas nuevas grabaciones que han visto la luz de cuando Richard Nixon era Presidente y Kissinger su principal asesor de Seguridad Nacional, se oye a este último referirse a los judíos soviéticos , que a la sazón luchaban por emigrar, que “este no era un objetivo de la Política Norteamericana”. Kissinger, un judío que tuvo que emigrar de Alemania, su país natal, junto con toda su familia en 1938(de haber permanecido, ciertamente hubieran sido asesinados en el Holocausto) agrego: “y si ponen judíos en las cámaras de gas en la Unión Soviética, esto no sería una preocupación norteamericana; tal vez una preocupación humanitaria”. Al oír esto, muchas organizaciones judías estadounidenses, lo compararon con un típico “judío de la Corte”.

Lo que nos trae a Bernie Sanders. Nacido y criado en Brooklyn, lo que se le puede admirar es su convicción política desde muy joven. Perteneció a la Liga Socialista de la Juventud. Fue reelecto tres veces a la alcaldía de Burlington, Vermont. Fue Congresista por 16 años y miembro del Senado de los Estados Unidos, desde el 2006. Se auto define como un socialista democrático, progresista, y tiene como modelo la estructura social y económica de los países nórdicos. Afirma, “ no creo que el Gobierno deba adueñarse de la tienda de la esquina, o poseer medios de producción, pero si creo en la clase media y las familias trabajadoras”.Todo muy loable. Dice que luchará por un incremento del salario mínimo, para que las matrículas en las Universidades Públicas sean gratis,por una energía eficaz y sostenible y está en favor de la división de las grandes empresas Financieras “demasiado grandes para quebrar”. Además de la redistribución de los impuestos y un seguro médico casi universal. De donde va a salir el dinero para todo esto, es la pregunta obligatoria. Sanders afirma “sentirse orgulloso de ser judío” y toma como referencia los valores del Judaismo como la ética y la justicia social.

A pesar de todo ello, se ha rodeado de asesores altamente antisemitas como Linda Sarsour y el comediante Amer Zahr, que ha comparado a Israel con ISIS. Abiertamente ha alabado a Castro y sueña con una revolución que transforme a Estados Unidos. En cuanto a política exterior, dice que abogará por una fórmula mas balanceada hacia Israel y los palestinos, y amenaza condicionar la ayuda que el país Judío recibe de los Estados Unidos, a los progresos que se den en un futuro acuerdo de paz. Sanders durante su juventud pasó varios meses en un Kibbutz en Israel. No extraña que, por todo esto, haya sido llamado por los palestinos como “el judío mas grande desde Moisés”.

Políticamente hablando, pienso que si los demócratas postulan a Bernie Sanders, estarán comentiendo un suicidio , que aseguraria la reelección de Trump. Su Candidatura me recuerda a la de George Mcgovern contra Nixon en 1972. Altamente idealista y maximalista, como la describió un periodista, no da espacios a cambios incrementales. “Maximalismo sin compromisos”, la califica Spencer Bokat Lindell. Creo que el electorado Norteamericano no está preparado para cambios tan bruscos y radicales. Y en las últimas primarias, parece que, entre los demócratas, finalmente ha prevalecido el sentido común. Biden, resucitado políticamente de entre los muertos, parece el vencedor de las primarias. Pero como lo afirma Astead Herndon: “de la misma forma de que las cosas cambiaron en los últimos 10 días, estas pueden cambiar de nuevo”.

EZRA HOMSANY

El autor es empresario