El título de este artículo obedece a un libro que el influyente historiador Paul Kennedy escribiera durante el siglo pasado. En este argumenta que a medida que los Estados incrementan su poder, aumenta la proporción de los recursos económicos necesarios para mantenerlo. Esto alimenta un autoproceso en el que cada vez más recursos son utilizados para costear la expansión militar, trayendo consigo el debilitamiento de su condición económica.
Kennedy comienza su análisis con la España mercantilista del siglo XVI, específicamente durante el reinado de Felipe II y su principal asesor, el conde–duque de Olivares. Por unas décadas el financiamiento de sus incursiones imperialistas fue costeado con el oro y la plata del Nuevo Mundo, pero a la postre el imperio español no pudo sostener su condición de gran potencia. Y así sobran ejemplos: La Holanda del siglo XVII, la Francia del siglo XVIII y la Gran Bretaña del siglo XIX. En todos estos casos se repite el patrón.
Este análisis sirve como marco a las actuales elecciones que se darán en Estados Unidos (EU), en noviembre próximo. En estas, tanto Donald Trump como Hillary Clinton mantienen posiciones antagónicas y divergentes. En lo que concuerdan los dos candidatos es en que quieren mantener la primacía global del país del norte, como gran y única superpotencia. Hay que recordar que EU le ganó la guerra fría a la Unión Soviética. El imperio soviético no pudo mantener el ritmo de la carrera armamentista, trayendo como consecuencia el surgimiento de un mundo unipolar. El vacío creado fue aprovechado por EU. Su expansión se ve reflejada en Europa, Asia, etc., sin embargo, últimamente hay que tomar en cuenta la nostalgia que siente Rusia por su poder perdido. Este se ve personificado en Vladimir Putin y es compensado con incursiones como la de Siria, por ejemplo. Y es que en el Medio Oriente, Rusia ha llenado el vacío creado por la ausencia estadounidense. A esto hay que agregar, también, el surgimiento de China como un gran poder regional y continental.
Trump aboga por un EU en contención. Habla de construir una gran muralla entre ese país y México. Propone limitar la inmigración, y hasta reniega de importantes alianzas militares, como la que mantiene con la OTAN. También proclama hacer a América “grande de nuevo”.
La proposición de Hillary Clinton es más convencional: Cero barreras, nacionalización de los inmigrantes y el mantenimiento de los tratados comerciales y las estrategias globales. Los empleos y los estándares de vida se aseguran con el mantenimiento del statu quo.
¿Qué opinaría el historiador Kennedy de todo esto? Mientras tanto, el dólar sigue siendo una moneda fuerte y los bonos de EU figuran como el refugio más seguro. La pregunta es, ¿hasta cuándo?
EZRA HOMSANY
23 DE OCTUBRE 2016